Idea II. Estudio de radiación. Santuario.


Radiaciones. Introducción


    Durante el transcurso de un vuelo espacial los astronautas reciben importantes dosis de radiación. Aunque no constituye un obstáculo importante para misiones de corta duración, la radiación se convierte en un inmenso problema si queremos vivir en el espacio de forma indefinida o viajar por el Sistema Solar. A pesar de haber pasado varias décadas estudiando los efectos de la radiación en el ser humano somos capaces de predecir con precisión el impacto de la radiación espacial en el ser humano desconocemos muchos de sus efectos a largo plazo. 


    En los orígenes muchos pensaban que cualquier ser humano que se aventurase más allá de la atmósfera terrestre sería víctima de dosis de radiación mortales que lo matarían instantáneamente o, quizás, lo convertirían en una especie de monstruo mutante. Las primeras misiones espaciales demostraron la existencia de un flujo constante de partículas energéticas en el espacio, pero al mismo tiempo se pudo comprobar que las dosis no eran letales. 

    A diferencia de los que mucha gente piensa, el espacio cercano a la Tierra no es un lugar “vacío”, sino que está repleto de todo tipo de partículas. Algunas de estas partículas tienen la energía suficiente para causar daños en nuestro organismo y romper el ADN de nuestras células, esta es la radiación ionizante, que, como sabemos, significa cáncer. 

    Bien, sabiendo esto, ¿Cómo podemos medir las dosis de radiación? En el Sistema Internacional de unidades se utiliza el gray (Gy) para medir la dosis absorbida de radiación, unidad que sustituye al tradicional rad (1 Gy = 100 rad). Una radiación de un gray deposita un julio (1 J) de energía en un kilogramo de materia. No todos los tipos de radiaciones tienen el mismo poder de penetración, así que la dosis absorbida depende fuertemente de la naturaleza de las partículas incidentes. 

    Si lo que nos interesa es medir los efectos de la radiación en el ser humano, la dosis absorbida no es una magnitud especialmente útil, ya que los efectos de la radiación varían según el tipo de órganos irradiados. Por eso empleamos el concepto de dosis equivalente, que es similar a la dosis absorbida pero corregida para tener en cuenta los daños en el tejido vivo. Su unidad es el sievert (Sv, 1 Sv = 100 rem). Como es sabido, no existe una dosis mínima que pueda causar daños. A priori, cualquier dosis de radiación es capaz de provocar cáncer, aunque obviamente la probabilidad dependerá de la dosis. 

    Una persona suele recibir a lo largo de un año una dosis de unos 3,6 milisievert (mSv) -es decir, 0,0036 Sv- por causas naturales. Entre ellas, los rayos cósmicos. Por otro lado, tan importante como la dosis es el tiempo de exposición. Decir que una persona ha sufrido una dosis de 1 mSv no significa nada si no especificamos la duración de la irradiación.

Estudios de la radiación en misiones espaciales 


    La gran mayoría de astronautas ha viajado a la órbita baja terrestre (LEO), donde predominan los efectos debidos a los cinturones Van Allen. Las dosis en LEO dependen, por tanto, de la actividad solar. Dentro de la ISS suelen mantenerse en el rango de 0,4-1,1 mSv al día, incluyendo los efectos del blindaje. Las expediciones de larga duración permanecen seis meses en órbita, así que la dosis equivalente alcanza valores de 70-500 mSv al año.
Fuente: NASA


    En esta gráfica se observa la radiación recibida por los astronautas (mSv) al día en las distintas misiones a mayor o menor altura a lo largo de los últimos 60 años. Los puntos verdes son las misiones Apolo. Se puede ver como las misiones en LEO con alturas e inclinaciones elevadas pueden sufrir dosis de radiación similares a las del Apolo (NASA). 

    Estas dosis recibidas son realmente altas. Países como España y EEUU limita en 50 mSv la dosis anual máxima que puede recibir un trabajador en un ambiente sometido a radiación. Hay otras profesiones como, por ejemplo, los pilotos de avión que vuelan en trayectos intercontinentales, que pueden recibir 1-5 mSv/año por culpa de los rayos cósmicos. La NASA decidió en 2000 revisar a la baja las dosis máximas que podían recibir, de tal modo que la probabilidad de sufrir un cáncer mortal a lo largo de su vida por culpa de la radiación no supere el 3%.


Dosis de radiación máximas para la NASA. 

    Estas dosis se han determinado a partir de los datos obtenidos por exposiciones a los rayos gamma o rayos X, pero hay un escaso conocimiento sobre los efectos de los núcleos pesados en el organismo humano, siendo una parte fundamental de los rayos cósmicos y que resulta muy difícil reducir sus efectos, a diferencia de lo que sucede con los SPE. Lamentablemente, los datos disponibles sugieren que los tumores generados por la acción de los núcleos pesados son más agresivos y tienden a aparecer antes.


Tabla con dosis medias de radiación diaria en distintas misiones espaciales (NASA). 

Dosis máximas por astronauta a lo largo de la carrera espacial (NASA).

No obstante, ¿Cuál es el incremento de dosis de radiación cuando salimos de la nave en una misión extravehicular (EVA) a distintas alturas?


Gráfica de comparación entre las dosis recibidas por astronautas que realizan EVAs en órbita baja y los que no. No se aprecian grandes diferencias (NASA). (STS es el nombre de las misiones). 


Sistemas de detección de radiaciones



    Para detectar las radiaciones nos servimos de distintos utensilios incorporados en la nave. Por ejemplo: 

    El monitor de radiación de área. Tiene como objetivo medir particular cargadas (electrones, protones, alfas) cubriendo el espectro de flujos y de energías en distintas condiciones de actividad solar.

Fuente: NASA


    El espectrómetro de partículas cargadas direccional extravehicular (EV-CPDS) sirve para medir la carga y flujo de partículas cargadas en el exterior de la nave.

Fuente: NASA


    El Contador Proporcional Equivalente de Tejidos (TEPC) es usado para definir el entorno de radiación. El propósito del TEPC es recopilar un registro del entorno de la Estación Espacial Internacional (ISS) para construir los registros del historial de exposición de la tripulación. TEPC también proporcionará mediciones casi en tiempo real al personal en la Tierra durante los eventos de radiación y realizará mediciones topográficas en diferentes partes del ISS para verificaciones de blindaje. 

Fuente: NASA


    Una vez hecho el estudio estadístico sobre las dosis de radiación recibidas hemos de elaborar un plan para evitar o reducir cuanto podamos su efecto y penetración. 

Planes de protección vigentes contra la radiación.




    La mejor defensa es, simple y llanamente, realizar vuelos espaciales de corta duración. Esta sencilla técnica permitió limitar la dosis recibida por los astronautas de las misiones Apolo a pesar de que viajaron fuera de la protección de los cinturones de radiación. Al ser corta la duración, las probabilidades de que tenga lugar un SPE es mínima, recurriendo a una “Protección estadística”. 

    Sin embargo, en una misión a Marte tenemos que lidiar con estos inconvenientes pues en la duración de un viaje al planeta rojo se pueden sufrir fácilmente uno o dos SPE. Además, los rayos cósmicos -prácticamente insignificantes en los vuelos orbitales- cobran una enorme relevancia en estas misiones interplanetarias de larga duración.



Fuente: NASA


    Las misiones Apolo no sufrieron grandes dosis de radiación gracias a su corta duración (NASA). 

    Las misiones a Marte se dividen en conjunción y oposición. Las misiones de conjunción determinan una larga periodo en la superficie (300-600 días) y un viaje de ida de 150-250 días (dependiendo de la posición relativa de los planetas). Por otra parte, las misiones de oposición contemplan estancias cortas, de sólo 20-60 días, y tempos de viaje de 100-400 días. Los efectos de la radiación serían menores en el caso de las misiones de conjunción, ya que durante la estancia en Marte se reducirían considerablemente las dosis gracias a la masa del planeta y su tenue atmósfera.
Radiación en la superficie de Marte. Fuente: NASA


    Dosis de radiación en la superficie marciana debidas a los rayos cósmicos. Las regiones más altas son las menos protegidas, al estar situadas fuera de la atmósfera (NASA). 

    Por lo tanto, es obvio que una nave marciana debería estar dotada de un “refugio” especial para proteger a los astronautas de los SPE. Los materiales que mejor frenan la radiación formada por protones son aquellos con elementos de bajo número atómico, como el hidrógeno. Pero nos quedan los núcleos pesados de los rayos cósmicos. Y aquí está el problema. Los núcleos pesados provenientes de los rayos cósmicos se mueven a velocidades relativistas, así que cuando chocan con la estructura metálica de una nave espacial generan una cascada de partículas secundarias, como hemos explicado en el desarrollo de los rayos cósmicos. Estas partículas secundarias constituyen una fuente de radiación adicional muy preocupante. Es por ello que, en ocasiones, la estructura de acero o aluminio de una nave espacial no disminuye la dosis de radiación, sino que la aumenta. 

    Por lo tanto, el empleo de varias capas de polietileno (hidrocarburo rico en hidrógeno) y agua se cree que es la mejor forma de proteger a los tripulantes de una nave, al menos en el caso de los SPE. Otra opción sería incluir un blindaje activo mediante campos magnéticos o electrostáticos. Sin embargo, hasta ahora, este sistema consumiría mucha energía.
Blindaje contra la radiación según materiales de diferente densidad (NASA). 

    Comparamos la densidad del material (Shield thickness) con la dosis recibida una vez traspasado.
Efectividad de varios blindajes de prueba en dos misiones del shuttle (NASA). 
    Como observamos cuanta más densidad de escudo en el polietileno su protección aumenta gratamente mientras que con el aluminio es prácticamente invariable. 

Análisis de radiación en distintos órganos según ell estudio Wilson et al. 1999a
    En definitiva, la radiación en el espacio no ha resultado ser un obstáculo para alcanzar la órbita terrestre. Pero si en el futuro queremos vivir en otros planetas, no nos queda otra opción que aprender a protegernos de este enemigo invisible.


Santuario

  La idea principal del Santuario, trata sobre el blindaje de la nave espacial con un electroimán en su interior, de modo que las ondas radiaciones cósmicas se repelan al acercarse a dicha nave. Pero surge un problema, y es que la radiaciones electromagnéticas en grandes cantidades también perjudica la salud de los astronautas. Por ello hemos optado por la creación de un Santuario dentro de la propia nave para que no infieran las ondas en él. Este Santuario estaría reforzado con una capa de hidrógeno, puesto que este elemento es capaz de absorber casi por completa la radiación electromagnética, como en el fenómeno de la jaula de Faraday; por esta razón el astronauta iría bastante seguro en su interior.
Santuario


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